Existen miles por toda la Ciudad de Buenos Aires y se encuentran en calles, veredas y paredes; Se llevó a cabo un censo que permite descubrir cuándo fueron creadas y cuál fue su propósito original.
Tiene que ver con puertas o ventanas al pasado de Buenos Aires. Actualmente, parecen en “peligro de extinción” por el robo descontrolado de metales para su venta al peso y por las nuevas construcciones. Asimismo, cada tapa metálica que hay en la Ciudad (en calles, veredas o paredes) tiene una historia. Todas ellas se encuentran identificadas mediante logos o iniciales, aunque esas marcas resultan indescifrables para muchos vecinos. Asimismo, algunas son “made in” Argentina, pero muchas fueron fundidas en Inglaterra o Escocia. En tanto, pertenecen a empresas de electricidad, agua o comunicaciones que desaparecieron por razones económicas o tecnológicas. Y al mismo tiempo a empresas que cambiaron su nombre forzosamente, por razones históricas o luego las privatizaciones del gobierno del presidente Carlos Saúl Menem a principios de la década de 1990.
Un tiempo después de las epidemias de cólera y fiebre amarilla de 1871 y 1872, Buenos Aires inició obras de tendido de agua corriente con ingenieros y equipo pesado de origen inglés, las cañerías transportaban el líquido vital desde los depósitos gravitacionales más altos de la Ciudad, situados en Balvanera, Caballito y Villa Devoto.
Asimismo, Glenfield Company Limited, Kilmarnock: Estas tapas pertenecen a la gran fundición de hierro e insumos hidráulicos, fabricantes de válvulas mejoradas para agua y gas, establecida desde 1865 en Kilmarnock, ciudad escocesa de 45 mil habitantes dónde se originó el famoso whisky Johnnie Walker.
Asimismo, fue creada por un relojero e inventor llamado Thomas Kennedy, que patentó numerosos dispositivos hidráulicos a pistón. En tanto, la empresa fue vital para la creación de PLUTÓN, en inglés PLUTO, acrónimo de “Pipe line Under the Ocean”, el oleoducto submarino asociado con la Operación Overlord de la Segunda Guerra Mundial: por su tendido bombearon el petróleo que abasteció, mediante el Canal de la Mancha, a las tropas de invasión aliada de Francia hacia el final del conflicto.
Blakeborough & Sons Makers Brighouse, England: Joseph Blakeborough nació en Pateley Bridge Nr Harrogate, North Yorkshire, en 1817. Asimismo, trabajó de plomero, para alimentar a su familia y a la vez, a la madre de sus 7 hijos.
Luego, en 1840 comenzó a fabricar, en el sótano de su casa, caños, desagües y accesorios de latón. Más tarde, la producción creció y con sus hijos creó la firma “J. Blakeborough & Sons Ltd”, que se asentó en la ciudad Brighouse y llegó a emplear a 2000 trabajadores.
Tiempo después de obtener la fundición de la comarca, se transformaron en grandes fabricantes de válvulas, cañerías y alcantarillas de desagües y tapas de hidrantes en todo el Reino Unido, algunos países de Commonwealth y ciudades argentinas como Posadas y Buenos Aires. Después, en 1874, Blakeborough’s logró fabricar una válvula de corte de 24 pulgadas, la medida más grande la época. Pero la fábrica cerró en 1989. Como los ingleses llegaron aquí con el monopolio de la distribución de agua, contratados después de las epidemias, también llegaron sus productos, así dos vestigios de la Revolución Industrial están situados en una esquina de Belgrano, calle La Pampa.
Asimismo, Juan B. Médici y Cía.: El hallazgo de una rejilla de desagüe grabada con el sellos de ésta empresa se localiza en una casa tricentenaria de la calle Suipacha. De acuerdo al libro Italianos en el Arquitectura Argentina del CEDODAL, Giambattista Médici fue un piamontés que llegó a la Argentina invitado por el ingeniero inglés Newman, para hacer obras de salubridad y catrastro, el murallón de Catalinas, la nivelación de La Plata y obras de cloacas en casas particulares, como las de Atucha-Lima. Murió en 1903, por lo que son realmente un vestigio de la Buenos Aires decimonónica.
Así, tapas de hidrantes: Inscriptas con la sigla O.S.N. (de Obras Sanitarias de la Nación), la tapas de fundición para sofocar incendios posee una caja los hidrantes, dispositivo de gran volumen de suministro agua situado en el exterior de los edificios que cuenta con una o más bocas de incendio, dotados de un nanómetro y bocas anticorrosión. Asimismo, se rigen por la normas IRAM y su caudal dependía del tipo de construcción a cuyo pie estaban instalados. Luego, la Ley Nacional 2927, del 30 de diciembre de 1892, creó la Comisión de Obras de Salubridad, origen de la empresa estatal que por 15 días no celebró su centenario, ya que fue liquidada en la oleada de privatizaciones con el Decreto 2394 del 15 de diciembre de 1992.
Por otra parte, los admiradores de la infraestructura hídrica no pueden dejar de visitar el Museo del Agua y de la Historia Sanitaria, en Palacio de las Aguas Corrientes, situado en Riobamba 750 de CABA, el gran legado del arquitecto Jorge Tartarini, referente indiscutido del patrimonio industrial argentino, que falleció en 2019. Después de la Crisis del 2001, y el robo callejero, las cajas con tapas de Aysa empotradas las veredas, son de plástico.
El Telégrafo de la Nación, en Paris, 1895, en el llamado primer Congreso Internacional se creó la Unión Telegráfica Internacional que estableció al sistema Morse como aparato de comunicación internacional. Asimismo, los mensajes se transmitían mediante un artefacto emisor y uno receptor que enviaba impulsos eléctricos por cables de metal.
Luego el 17 de enero de 1871, el presidente Domingo Faustino Sarmiento creó la Administración Central de los Telégrafos, bajo la dirección del inglés Charles Burton, primer empleado del Telégrafo Nacional. Sarmiento entendió el potencial vehículo de progreso que significaba el sistema y nuestro país fue pionero en el mundo en la extensión del tendido.
Asimismo, una de las tapas, circular de 70 centímetros de diámetro, adyacente a la Glorieta, fue removida en la última refacción del Parque Barrancas del Belgrano y su paradero, al menos públicamente no se conoce.
En tanto, algunas aun sobreviven en varias esquinas de la Ciudad de Buenos Aires, y están datadas con número y fecha, hay que encontrarlas antes que desaparezcan. Aparte, por la duración de las empresas, son una herramienta para datar las fachadas o zonas de la ciudad.
Cooperativa Telefónica: En 1887 , Don David H. Atwell, que ya poseía experiencia en la gestión colectiva en la “Sociedad Cooperativa de Almacenes”, fundó la Sociedad Cooperativa Telefónica, con la finalidad de contrarrestar el monopolio que ejercía la Unión Telefónica o United River Plate Telephone Company desde 1882. Aunque la empresa de Atwell tuvo un comienzo auspicioso, terminó claudicando ante el monopolio.
Luego, en setiembre de 1946, todo el servicio de telefonía fue nacionalizado por el primer gobierno de Juan Domingo Perón, bajo el nombre de Empresa Mixta de Telefonía Argentina (E.M.T.A.).
Asimismo, CM fue la Corporación Municipal el primer nombre de la organización política de la Ciudad de Buenos Aires entre 1854 y 1882. Más tarde pasaría a llamarse Municipalidad de la Capital.
CATE: La Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad fue una empresa de electricidad, sucursal local de holding alemán AEG (Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft), fundado en 1883 en Berlín por el empresario industrial Emil Moritz Rathenau.
Así, CATE se estableció en Argentina en 1896 y luego de dos años, comenzó a prestar servicios eléctricos en Buenos Aires. Asimismo, compró las compañías inglesas y argentinas de la competencia (River Plate Electricity Co., Anglo-Argentine Tramways Co. Ltd., La Primitiva Gas y Compañía de Tracción y Electricidad La Capital), por lo que estableció un férreo monopolio.
En tanto, en 1907 logró una concesión de 50 años que no llegó a término, ya que se retiraron 4 años más tarde, luego que el imperio alemán perdiese la Primera Guerra Mundial, ocasionando una formidable crisis económica en todas sus empresas, locales.