El antiguo festejo aymara de la colectividad boliviana, caracterizado por la compra de réplicas en miniaturas de los bienes anhelados, incluyó el desarrollo de ferias artesanales, muestras gastronómicas con comidas típicas y shows musicales y de danzas en Villa Soldati.
Asimismo, miles de personas celebraron el domingo la 22° Fiesta de la Alasita de la colectividad boliviana en el Parque Indoamericano, en el barrio porteño de Villa Soldati, con la tradicional feria de artesanías en miniaturas, puestos de challa, el patio gastronómico y espectáculos en vivo.
En tanto, La Alasita, una celebración ancestral aymara caracterizada por la compra de réplicas en miniaturas de los bienes anhelados que se esperan obtener durante el año, se realiza todos los años en honor al Ekeko, dios de la abundancia, y en la ciudad boliviana de La Paz se prolonga durante tres semanas.
«Alasita significa cómprame y esta celebración es en homenaje al Ekeko que es el dios de la abundancia. Todos los que vienen aquí a comprar sus artesanías en miniatura tienen que comprar con fe, con mucha fe», comentó Felipa Quispe, una de las organizadoras. «Después de comprar, por ejemplo, un autito en miniatura, tienen que tener toda la fe y la fuerza de trabajar también, que es lo que acompaña a que se cumplan los deseos», indicó.
Al mismo tiempo, Esperanza, otra de las históricas organizadoras, comentó que hace 22 años que hacen este evento cultural en este lugar, y advirtió que «Si bien dos años hemos estado cerca, alrededor del parque, este siempre ha sido el lugar donde comenzamos con este evento».
Por otro lado, este año, el evento contó con la participación del padre Mario Micelli, de la parroquia de San Juan Diego y María Guadalupe, del barrio de Villa Lugano, quien dijo que «Terminó siendo una fiesta grande, ya que, por lo general, las festividades comienzan el 24 de enero y el fin de semana siguiente es el cierre, denominado ‘día de remate’ y se juntó todo».
«Yo, como sacerdote católico, en una realidad latinoamericana que tanto nos une, vengo a acompañar y a bendecir a todo aquel que quiera ser bendecido, con el agua bendita que es el signo en este día de tanto calor, y que nos trae esa linda frescura, pero quiere ser obviamente bendición del corazón», comentó. «Hace siete años que estoy en el barrio de Lugano y especialmente, desde que estoy acá, voy conociendo cada vez más a la comunidad y a la cultura de Bolivia. Tengo el regalo de la comunidad que es un santo muy propio de ellos, del norte de Bolivia, traído de allá», expresó.
Por otra parte, esta festividad de homenaje al Ekeko nació en 1781, momento de mucha necesidad y escasez de alimentos en la ciudad boliviana de La Paz, cuando ésta se encontraba bloqueada por las fuerzas indígenas que se habían sublevado al mando de José Gabriel Condorcanqui Noguera, más conocido como Túpac Amaru II, y su compañera Micaela Bastidas.
A la vez, los pueblos indígenas se habían levantado contra las reformas fiscales borbónicas que puso en vigor el rey Carlos III, durante la segunda mitad del siglo XVIII. Posteriormente, el 18 de mayo de 1781, en la Plaza de Armas del Cusco, Túpac Amaru II fue descuartizado a hachazos, luego de un intento fallido de desmembrarlo usando la fuerza de cuatro caballos.
Asimismo, Felipa Quispe expresó: «El alcalde gobernador de La Paz, Segurola, tenía una empleada llamada Celestina que había tenido la previsión de guardar comida seca del altiplano en pequeñas bolsitas colgando de un Ekeko, que multiplicaba lo que le dejaban y siempre había comida». «Entonces empezaron a adorar el Ekeko, incluso los españoles, que al principio no creían, empezaron a homenajearlo porque los había salvado del hambre con su charque, quinua y trigo», adicionó.
En el día de ayer, no obstante el calor fue intenso, gran parte del público estuvo a resguardo bajo la sombra de los árboles y disfrutó tanto de los espectáculos en el escenario como del patio gastronómico con comidas típicas de Bolivia. «La gastronomía principal es el plato paceño, que es el plato tradicional de la fecha 24 de enero, día del Ekeko, y consiste en bife ancho con choclo, haba y queso», detalló Mariel Canaza, que coordinó las tareas de algunos de los puestos de comida. A su vez, agradeció la participación de la gente: «Hay mucha más gente que el año pasado. He visto bastante gente que no era creyente y la veo ahora comprando y participando con nuestras creencias».
A la vez, entre las distintas miniaturas se ofrecieron réplicas de títulos universitarios, títulos de propiedad para talleres, casas y comercios, así como miniaturas de terrenos, autos, ladrillos, escaleras, martillos, y paquetes con múltiples productos alimenticios de consumo cotidiano.
Asimismo, Victoria, una de las puesteras, argulló: «El amuleto de la ‘mano’, que se puede llevar en la billetera, es para mantener el trabajo año tras año; y está el toro, para que tengas mucha fuerza y salud». A la vez hubo estatuillas del Ekeko «que hay que hacerle fumar, ofrendarles caramelos y darles de beber licores o vinos cada martes y viernes», enseñó otro puestero.
Al mismo tiempo, una de las asistentes al evento dijo: «El año pasado compré una miniatura de título universitario y logré meter todas las materias. Este año espero recibirme de arquitecta». Así, otra mujer subió al escenario para compartir con toda la gente su experiencia: «El año pasado compré un autito en miniatura, y hace unas semanas pude comprarme mi auto de verdad, y por eso de las casualidades el auto es del mismo color del autito en miniatura».