Así lo refiere un informe emitido por la Auditoria General de la Ciudad, en el que denuncia al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por no controlar la calidad del Servicio Público de Higiene Urbana.
Según el informe difundido por la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires, la Dirección General de Limpieza (DGLIM) no pudo implementar el “Control Integral de la Calidad del Servicio Público de Higiene Urbana en la Ciudad de Buenos Aires”, gracias a la ambigüedad de las variables de cálculo establecidas en el pliego de la Licitación Pública bajo la cual fue contratado, y en efecto, la calidad del servicio no pudo ser evaluada de forma cualitativa.
Uno de los auditores generales por la oposición, Lisandro Teszkiewicz, dijo a la prensa que «en el informe podemos ver que la gestión de Larreta redactó los pliego licitatorios de manera tan ambigua que después sus propios empleados no pueden evaluar si el servicio se presta con la calidad contratada o nos dan un servicio peor, y ante la duda, Larreta paga por buena una limpieza que todos sabemos que es deficiente».
El Servicio Público de Higiene Urbana es en territorio porteño, como en todas las grandes ciudades del mundo, un servicio esencial que tendría que prestarse a los ciudadanos para hacer posible la vida urbana, y como en todas las ciudades del mundo compromete una parte sustancial del presupuesto que se financia con los impuestos de todos los habitantes de la C.A.B.A.
El auditor agregó que «Lo que dice el informe concretamente es que los porteños no podemos saber con certeza si el servicio de recolección de residuos y mantenimiento de la higiene urbana, que pagamos religiosamente todos los meses, se presta de manera correcta o no. Que la Ciudad está sucia, no es una novedad para nadie, pero que el Gobierno porteño no controle la calidad del servicio de las empresas y pague igual es indignante».
Para controlar que esa prestación se celebre de forma eficiente es que existe la Dirección General de Limpieza, que tiene entre sus principales metas la verificación del cumplimiento de los requerimientos y parámetros de prestación y calidad, establecidos en los contratos suscritos con las empresas concesionarias, como así también la elaboración de información estadística y planes de mejora para la calidad del servicio.
En tanto, Teszkiewicz ahondó: «como en toda la gestión de la Ciudad, la falta de formalidad de los circuitos administrativos provocó que el Estado no pueda cumplir con su misión de controlar la calidad de la Higiene Urbana y determinar eventuales sanciones por incumplimientos, beneficiando siempre a las empresas contratistas» añadiendo que «el informe revela falencias demasiado usuales en la gestión de Rodríguez Larreta, como la falta de manuales de procedimiento, prórrogas y pagos mal fundados, fallas formales en los procesos licitatorios y debilidades de control interno».
“Horacio Rodríguez Larreta gasta fortunas en publicidad, muchas veces pagadas por las contratistas, ‘vendiendo’ una Ciudad verde y limpia, pero no controla que además de propaganda las empresas hagan su trabajo, y los vecinos y vecinas porteñas pagan las consecuencias con calles sucias y un servicio de recolección malo y caro», finalizó.