El Paseo Gigena es un megacomplejo situado en los bosques de Palermo que contará con el metro cuadrado más caro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a pesar de eso no pagará el canon.
Asimismo, el Gobierno de la Ciudad no le cobrará durante 8 años el canon a la concesionaria del Paseo Gigena. Tiene que ver con una empresa vinculada al ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo y su socio, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili.
En tanto, la actual gestión del Gobierno de la Ciudad responsabilizan al larretismo por el desventajoso acuerdo. A la vez, se cruzan en la iniciativa, signada por conflictos de interés desde el inicio, poderosos nombres del larretismo como el ex vicejefe, Diego Santilli; el actual secretario de Desarrollo Urbano, Álvaro García Resta y el ex ministro de Transporte, Guillermo Dietrich,.
Por otra parte, la concesión de ese predio, uno de los más valiosos de la Ciudad de Buenos Aires, situado sobre las avenidas Libertador y Dorrego, frente al Hipódromo y en diagonal a la exclusiva cancha de Polo de Palermo, se suponía iba a dejar importantes recursos a la Ciudad. En tanto, no será así, el canon establecido era de apenas un 7% de las ganancias estimadas, que además ahora el ministro Caputo logró que se lo condonen por ocho años.
Asimismo, Caputo presionó en los últimos meses para que la Ciudad habilite la explotación del Gigena, problematizada porque los concesionarios no quisieron hacer la obra estructural necesaria para evitar posibles daños sobre el caño maestro de Aysa que pasa bajo el emprendimiento. En tanto, en esa presión lo acompañó el empresario libertario Pierpaolo Barbieri, que tiene previsto mudar al Gigena a las oficinas de su empresa Uala.
Por otro lado, Caputo y Bausili, consiguieron a través de su consultora Anker la mayor parte de los fondos para financiar la obra asociados con BSD Investments, una desarrolladora muy ligada al larretismo. Asimismo, el proyecto estuvo frenado durante meses por el problema con Aysa. A la vez, debajo del moderno edificio que tendrá el metro cuadrado de alquiler más caro del mercado, pasa el caño de agua potable más importante de la Ciudad. Por otra parte, la concesionaria hizo una obra menor para apurar la inauguración y por eso Caputo tuvo que ejercer presión política para que lo habiliten, porque el riesgo de un accidente mayor sigue abierto.
El movimiento de ese caño fue el eje de una controversia entre AySA, la concesionaria y estado porteño. Por otro lado, Horacio Rodríguez Larreta había incluido las obras en el presupuesto 2024, pero Jorge Macri se negó a pagar los más de 3 mil millones de pesos que demandaba el proyecto.
Al mismo tiempo, luego de meses de discusiones, la ex secretaria de Obras, Manuela López Menéndez, acordó que el Gobierno de la Ciudad se comprometiera a hacer la obra. Asimismo, la funcionaria es muy cercana a Guillermo Dietrich y antes de dejar su cargo firmó un documento que no dejó margen de maniobra.
Por otra parte, en un principio la concesión iba a ser por 15 años prorrogables por otros 5 más, pero en 2023 el gobierno cambió los términos y el predio quedará por 20 años en manos del privado. A la vez, estaba previsto que los concesionarios abonaran mensualmente 200.893 unidades de compra, el equivalente a 62 mil dólares, o el 7% de lo recaudado como canon. En tanto, entre las dos opciones se elegía la que fuera más conveniente para la Ciudad de Buenos Aires.
Lo desconcertante es que la concesionaria no pagará el canon durante ocho años. Ese fue el convenio que Álvaro García Resta impulsó con BSD Investments en marzo del año pasado para «compensar» a la empresa. Asimismo, el documento fue suscripto por AySA, BSD y el Gobierno de la Ciudad. En el equipo de Jorge Macri afirman que solo cumplieron con lo firmado por la gestión anterior.
Por otra parte, a medida que se atrasó el proyecto, la cuestión del caño se volvió central en las negociaciones. Los concesionarios terminaron por agregar pilotes para disminuir el peso de la estructura de hormigón sobre los caños, una solución muy precaria, que no estaba contemplada en el proyecto original.
Por otro lado, ese imprevisto ocasionó varias consecuencias: la más importante fue la construcción de una servidumbre de paso que terminó reduciendo en un 50% la superficie comercial de la planta baja del edificio. «Es como comprar una casa de 100 metros y que después de firmar te digan que tiene 50», graficó un arquitecto. Es por eso que el gobierno terminó aceptando una importante reducción del canon.
El fundamento para que el Gobierno de la Ciudad financie el corrimiento del caño es que el Gigena será propiedad del distrito porteño dentro de dos décadas y por eso el estado porteño debe pagar la obra. El compromiso es que esté licitada antes de 2026, pero los plazos de ejecución podrían extenderse.
Asimismo, Jorge Macri logró negociar una cláusula por la cual los concesionarios no puedan demandar al estado si hay algún inconveniente derivado de los caños de agua, como el que sucedió en abril de 2017 y convirtió a la avenida Dorrego en una laguna.