El Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires anunció un incremento en la tarifa del subte que llevará el viaje a más de 700 pesos a mitad de año, en tanto el servicio que presta la misma empresa privada continúasiendo muy deficiente.
Asimismo, desde que el sube pasó a manos de la Ciudad, la tarifa se desfasó en comparación a la de los colectivos y de los trenes (aunque esto antes no sucedía). Sin embargo, lo que se supo la semana pasada ya es lamentable. En tanto, el jefe de Gobierno Jorge Macri anunció –mientras estaba de viaje por Italia- que la tarifa de subte sufrirá más de un 500 por ciento de aumento en los próximos cuatro meses, un crecimiento que no tiene ningún justificativo real y que seguramente termine judicializado. Es decir, en breve ir y volver a los hogares en subte costará arriba de mil pesos. Al mismo tiempo, en junio, estará arriba de 1500 pesos. Representan cifras prohibitivas para salarios atrasadísimos y en muchos casos directamente congelados. ¿Te hicieron creer que podías continuar viajando en subte?
Alguna vez tendremos como sociedad que revisar esto de darle el gobierno a gente que no pisa el transporte público hace décadas (salvo para alguna foto de ocasión). Está de más decir que solamente una persona que no necesite del subte decide cerrar la línea D por dos meses. Con anterioridad ya lo había hecho Mauricio Macri con otra línea, hace años. Ahora lo hizo Jorge Macri.
En tanto, los aumentos de tarifas del subte son otra muestra de que no se busca que el transporte sea una opción para descomprimir el tránsito, sino un negocio para maximizar los ingresos del Grupo Roggio, la empresa privada que primero como Metrovías y ahora como Emova gestiona pésimamente el subte del menemismo hasta hoy día. Hace bastante tiempo que tenemos el subte, que mucha gente olvida que es estatal y que las estaciones fueron construidas con dinero de nuestros impuestos, para que después nos cobren cifras astronómicas para poder viajar.
Actualmente la noticia importante se refiere a los montos que presentó el Gobierno de la Ciudad para actualizar la tarifa, en estos tiempos donde todo sube menos los sueldos y las jubilaciones. Debería pasar por una audiencia pública pero, como no es vinculante, estos son los montos que de seguro regirán, salvo que medie algún fallo judicial (como alguna vez pasó): en definitiva, el pasaje de Subte que hoy cuesta $125 para quienes tengan la SUBE nominalizada pasará a $574 en abril (360% de aumento), $667 en mayo (433%) y $757 en junio (505%). Hasta el momento, no hay proyección de costos que permita justificar un 500 por ciento de aumento, aunque el Gobierno de la Ciudad (o Emova, a esta altura parecen ser lo mismo) igual lo intentó en una larga deriva técnica. “La actualización responde a un incremento de los costos de explotación del 111,01% entre julio y diciembre de 2023”, oficializan. No hay duda que lo que deja en claro es que los aumentos son desmedidos.
Por otra parte, quien no tenga registrada la SUBE terminará pagando $859,07 desde abril. Es decir habrá que hacer la fila para registrarla. Normalmente, representan dos o tres cuadras de cola.
Al mismo tiempo, los aumentos del subte de forma indiscriminada han sido una marca del PRO desde su llegada. Asimismo, más allá de las argumentaciones tautológicas de las autoridades, del estilo “las cosas cuestan lo que cuestan”, no se avisora un plan de transporte que le permita a la población llegar a su trabajo, llevar a sus hijos o hijas a la escuela, o cumplir con cualquier otra actividad sin que esto erosione masivamente sus salarios.
Por otro lado, antes de esta noticia, el periodista especializado en urbanismo Fernando Bercovich comentaba lo siguiente en Twitter: “Solo contando subte y 44 viajes mensuales (muchos hacemos más o combinamos) el peso sobre un salario mínimo pasa a 16,1%.
Otras ciudades (con sistema integrado y abono mensual):
Santiago de Chile: 8,7%
Madrid: 4,9%
París: 5,6%”.
En tanto, siempre se supo que es una decisión de políticas públicas que el transporte público se encuentre en malas condiciones, preste un servicio deficiente en manos de privados sin que nadie los controle y que, por otra parte, te pongan la mano en el bolsillo para que puedas utilizarlo.